Adivinación o ciencia

Siempre me ha llamado la atención cómo autores literarios se adelantan a su tiempo y establecen paralelismos que en el futuro se hacen realidad. Es famosa la coincidencia entre los libros de Julio Verne y la realidad. Pero hoy me voy a centrar en otra:

“Emplean aquellas gentes la mayor parte de su vida en
observar los cuerpos celestes, para lo que se sirven de anteojos que aventajan con mucho a
los nuestros; pues aunque sus grandes telescopios no exceden de tres pies, aumentan mucho
más que los de cien yardas que tenemos nosotros, y al mismo tiempo muestran las estrellas
con mayor claridad. Esta ventaja les ha permitido extender sus descubrimientos mucho más
allá que los astrónomos de Europa, pues han conseguido hacer un catálogo de diez mil
estrellas fijas, mientras el más extenso de los nuestros no contiene más de la tercera parte
de este número. Asimismo han descubierto dos estrellas menores o satélites que giran
alrededor de Marte, de las cuales la interior dista del centro del planeta primario
exactamente tres diámetros de éste, y la exterior, cinco; la primera hace una revolución en
el espacio de diez horas, y la última, en veintiuna y media; así que los cuadros de sus
tiempos periódicos están casi en igual proporción que los cubos de su distancia del centro
de Marte, lo que evidentemente indica que están sometidas a la misma ley de gravitación
que gobierna los demás cuerpos celestes.” (Los Viajes de Gulliver, Jonathan Swift, 1726).
Jonathan Swift se adelantó a la ciencia nada menos que 150 años. Fue en 1877 cuando el astrónomo Asaph Hall descubrió los dos satélites naturales de Marte: Fobos y Deimos (los nombres están relacionados con su planeta, pues significan “Terror” y “Miedo”, muy vinculado al dios de la guerra).
Fobos y Deimos son dos extrañezas astronómicas, pues son absolutamente irregulares, son trozos de roca capturados por el planeta y que además no tienen una órbita estática, dado que uno se está acercando y el otro alejando del planeta. Fobos es la luna más cercana, pero, ahí Swift no acertó. Está a 9.000 Km del centro de Marte, lo que supone 1,5 veces el diámetro de éste y orbita una vez cada 7 horas y media. En unos millones de años terminará chocando con el planeta. Deimos está más lejos, a unos 23000 Km del centro del planeta (aproximadamente 4 veces el diámetro de éste) y orbita cada 30 horas. Igualmente, en unos millones de años, será expulsado de la órbita al espacio.
Pero en el fondo no está tan lejos la predicción de Jonathan Swift. No deja de ser curioso cómo pudo acercarse tanto a la realidad en un cuento escrito tanto tiempo antes que la realidad. ¿Fue un adivino? ¿Intuición? Pues parece ser que no, sólo era información.
En 1610 Galileo descubrió 4 lunas en Júpiter (Ío, Europa, Ganímedes y Calisto). En base a ese descubrimiento, Kepler, matemático del espacio por excelencia, hizo una regla de tres: si Venus no tiene satélites, La Tierra tiene 1 y Júpiter tiene 4, obviamente, Marte debía tener 2. Así de simple, adjudicados dos satélites a Marte.
Además, las leyes de Kepler decían que el cuadrado de los periodos de las órbitas era proporcional al cubo de la distancia. Swift fijó la distancia a 3 y 5 veces el diámetro del planeta, y, aplicando esta regla cuadra exactamente con los periodos de la obra de Swift: 10 horas y 21,5 horas. Swift aplicó las leyes de Kepler en este tema, sin duda.
Sólo nos quedan una apreciación más: ¿Por qué eligió Swift 3 y 5 veces el diámetro? ¿y porqué el periodo de 10 horas? Pues también tiene su explicación. En 1925 se publicó un artículo en la revista Popular Astronomy llamado “The moons of mars” que lo explica: en 1695 se publicó un estudio del matemático y astrónomo David Gregory sobre las lunas de Júpiter, estableciendo la más cercana a 5,66 radios y tenía una órbita de 30 horas y la segunda a 9 radios, con una órbita de 43 horas. Pasado a diámetros y redondeando, Swift fijó las órbitas de sus lunas en Marte: 3 y 5 diámetros.
Gregory era miembro de la Royal Society mientras Swift estaba en Londres en temas relacionados con la política. No hay constancia de que se conocieran, pero aunque no lo hicieran, Gregory era una eminencia en Londres, así que seguro que sabía quien era.
Sobre el periodo de 10 horas, quizás lo más enigmático, hay varias opiniones, pero quizás la más fiable es que simplemente, le pareció lógica siguiendo la duración de la órbita publicada por Gregory sobre la luna de Júpiter. Y casi acertó.
Como curiosidad, decir que los 2 satélites de Marte es quizás el hecho más predicho en la literatura: también aparece en la obra de Voltaire Micromegas y en la obra de Cyrano de Bergerac.
Swift no era un adivino, simplemente, era un hombre informado. Tuvo suerte, sin duda, porque Júpiter realmente tiene decenas de lunas (ya van por 67) y el periodo fue determinado casi por casualidad, pero en realidad todo tenía una base científica con los datos que había en la época. Lo que no cabe duda es que estar al día y aprender siempre te da un plus, a veces, hasta pareces un adivino.

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